Si hay pintores de la luz uno de ellos es, indiscutiblemente, Sorolla. Nació en Valencia en 1863 y murió en Madrid en el verano de 1923 dejando un legado impresionante, compuesto por más de 2.000 obras.

Se podría etiquetar como pintor impresionista o incluso postimpresionista, pero el indudable calificativo que nos viene a la mente al pensar en él, es sobre todo luminista porque supo captar con maestría la luz del Mediterráneo, esa luz que da la vida a nuestra cultura.

Experimentó una primera etapa realista, influenciada por Velázquez, en la que cosechó algunos éxitos y medallas en Exposiciones de Valencia.

Cuadro de la etapa realista de Joaquín Sorolla.
Cuadro de la etapa realista de Joaquín Sorolla.

Más tarde viajó a Roma, después a París donde entró en contacto con algunos pintores impresionistas. Cuando se instaló en Madrid, ya casado con Clotilde García del Castillo, comenzó su éxito. Empezó pintando escenas cotidianas, muchas veces de denuncia social, paisajes mediterráneos inundados de luz, con la técnica de luminismo que aprendió en Francia. Allí fue dónde, participando en una feria, se inicia un reconocimiento internacional.

Joaquín Sorolla, cuadros del luminismo y costumbrismo español.
«Paseo a orillas del mar», Joaquín Sorolla (época luminista).

En 1905 compró un solar en Madrid para construir su casa a la que añadió, algo más tarde, el solar contiguo. Allí pudo componer unos hermosos jardines con fuentes que hacen del lugar un delicioso hogar.

Y es a esa vivienda convertida en museo por expreso deseo de su esposa a la que quiero dedicar este escrito. Clotilde donó sus bienes al estado en 1925 para honrar la memoria de su esposo.

MUSEO SOROLLA

En el museo se concentra, sobre todo, la obra del pintor. Cuando se inicia la visita, la primera impresión es muy agradable, llegas a la casa de un maestro de la pintura y encuentras sus objetos personales, sus rincones en los que imaginas escenas familiares, cotidianas, respiras el fresco de sus jardines, la humedad que proporcionan las fuentes, sus pinturas. Es un palacete situado en la calle General Martínez Campos que sirvió de taller y vivienda.

Museo Sorolla
Museo Sorolla.
Jardines del Museo Sorolla.
Jardines del Museo Sorolla.

La decoración incluye muebles preciosos, bargueños, que conviven con los pinceles, los caballetes y los cuadros.

Los patios interiores poseen columnas, un mirador cerrado y jardines, que fueron diseñados por el propio Sorolla, con fuentes y plantas exuberantes.

Salvando las distancias y las características peculiares de ambos lugares, la visita al museo-residencia de Joaquín Sorolla me recordó la residencia de Monet en Giverny, que visité hace algunos años. Los dos pintores aunaron sus casas con sus talleres, los rodearon de jardines y nos legaron museos en los que sentimos que su arte, sus quimeras y su intimidad creadora son compartidas con todos nosotros.

¡Visita recomendada!

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