Conectar el cine con la Literatura es un placer porque significa unir dos grandes pasiones. En esta ocasión, quiero referirme a una película de 2018, dirigida e interpretada por Rupert Everett, cuyo título original es “The happy prince”, el mismo de un cuento escrito por Óscar Wilde. En España, como es habitual que ocurra, por cierto, se ha traducido como “La importancia de llamarse Óscar Wilde”, en alusión a una obra teatral escrita por el autor en 1895, “La importancia de llamarse Ernesto”, una comedia que trata sobre las costumbres y la seriedad de la sociedad de su tiempo.
La película tiene como escenario principal un hotel en Francia, en el que el autor pasó los últimos tres años de su vida, hasta su muerte. A él llega acompañado por sus amigos tras cumplir durante dos años una condena a trabajos forzados, decidido a iniciar un viaje a través de Europa y en la disyuntiva de elegir si volver a visitar a su esposa e hijos o volver a encontrarse con su amante.
El gran escritor había sido juzgado por su homosexualidad. Esta condición sexual era considerada un delito en la sociedad inglesa de finales del siglo XIX, extraordinariamente conservadora y rígida.
Rupert Everett deja traslucir en esta película su admiración por el personaje, al que trata con delicadeza, y no duda en hacer una crítica severa a la sociedad hipócrita del momento. Es, además, un acto valiente el centrar el argumento en los años más oscuros del personaje.
Debo confesar que el inicio de la película me produjo inquietud, cuando menos, e intención de no seguir adelante durante los primeros minutos. Me resultaba difícil admitir que el hombre cuya decadencia se pone en evidencia en la película fuera el increíble escritor de “El retrato de Dorian Grey” o de “El insigne cohete”, mi cuento favorito.
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